Juan 9, 1-41

Lectio Divina de Juan 9, 1-41

Oración inicial

Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

Lectio

Del Evangelio según san Juan 9, 1-41

En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?". Jesús respondió: "Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que yo haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo".

Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé" (que significa 'Enviado').

El fue, se lavó y volvió con vista. Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban:

"¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?". Unos decían: "Es el mismo". Otros: "No es él, sino que se le parece". Pero él decía: "Yo soy". Y le preguntaban: "Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?". Él les respondió: "El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo: 'Ve a Siloé y lávate'. Entonces fui, me lavé y comencé a ver". Le preguntaron: "¿En dónde está él?". Les contestó: "No lo sé".

Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo".

Algunos de los fariseos comentaban: "Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?". Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?". Él les contestó: "Que es un profeta".

Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve? Sus padres contestaron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí mismo". Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: 'Ya tiene edad; pregúntenle a él'.

Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador". Contestó él: "Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo". Le preguntaron otra vez: "¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?". Les contestó: "Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito. ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene".

Replicó aquel hombre: "Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder". Le replicaron: "Tú eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?". y lo echaron fuera.

Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?". Él contestó: "¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él?" Jesús le dijo: "Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es". Él dijo: "Creo, Señor". Y postrándose, lo adoró.

Entonces le dijo Jesús: "Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos". Al oír esto, algunos fariseos que estaban con él le preguntaron: "¿Entonces, también nosotros estamos ciegos?". Jesús les contestó: "Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Vuelve a leer detenidamente el texto y pregúntate: ¿Qué dice el texto? ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu atención, tu interés?

Meditatio

"Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento", primeramente vemos que Jesús va en busca del necesitado, la actitud de Jesús nos invita a no ser indolentes ante las necesidades ajenas. Entre los judíos en ese tiempo, se creía que las enfermedades eran causadas por algún pecado de él o de sus padres, lo que provocaba que los ciegos, sordos, leprosos fueran tachados de pecadores. Entonces, Jesús fue al encuentro del pecador para sacarlo de su marginación.

Jesús explica que la ceguera de aquel hombre no es fruto del pecado, sino parte del plan de Dios, "para que en él se manifestaran las obras de Dios". En ocasiones, ante las adversidades de la vida nos preguntamos ¿por qué a nosotros?, tal vez deberíamos preguntarnos ¿cómo puedo poner esta situación en que me encuentro al servicio de Dios? ¿qué quiere Dios de mí?

"Yo soy la luz del mundo", dice Jesús, y la luz ilumina todo alrededor, sin distinción, pone al descubierto lo que ocultaba la oscuridad, como las injusticias, la corrupción, en fin todo tipo de pecado. La luz también ilumina el camino por donde avanzamos, para no desviarnos, para no perdernos. La luz también nos permite ver a las personas, al que me necesita, al que quiere mi perdón, al que está ciego y no encuentra el camino. Si Jesús es la luz, nosotros, la Iglesia, como su cuerpo místico, también debemos ser la luz del mundo.

"Ve a lavarte en la piscina de Siloé", Jesús hizo barro con saliva, lo ungió con el barro, y lo mandó a lavarse. Jesús pudo haber sanado al ciego con solo desearlo, pero le pidió un acto de fe, ir a lavarse a la piscina de Siloé. Jesús no pide mucho, nos pide creer y demostrarlo con obras. El ciego pudo haber dicho, me he bañado cientos de veces en esa piscina ¿para qué otra vez?, porque así lo quiere Jesús. Diríamos ahora, ¿para qué me confieso? si Dios me ama, me conoce y me escucha. Porque así lo quiere Jesús, quiere un acto de fe, si verdaderamente creemos que Jesús nos sanará, vamos y lavémonos en la piscina de Siloé.

"El fue, se lavó y volvió con vista". El hombre hizo lo que le mandó Jesús y su vida cambió, ya no era el mismo, la gente de su entorno lo notaba, y aquel hombre daba testimonio de lo que Jesús había hecho en él. Si Jesús llegó a nuestra vida, la gente que nos rodea lo debe de notar, nuestra vida debe ser diferente, y nosotros también debemos dar testimonio con nuestras palabras de lo que Jesús hizo en nosotros, aunque nos cause dificultades con los que no creen en Jesús. Este hombre no tenía preparación, solo poseía el ardor de su encuentro con el Señor, que le proporcionó las palabras necesarias.

Es interesante ver la evolución de la forma de referirse a Jesús del que había sido ciego, primero dijo "El hombre que se llama Jesús", después "es un profeta", después se incluye como discípulo de Jesús al decir "¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". Al decir "Si éste no viniera de Dios" afirma que cree que Jesús viene de Dios. Este hombre termina reconociendo a Jesús como Señor al decir: "Creo, Señor" y como Dios: "Y postrándose, lo adoró".

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?

Oratio

Señor, te doy gracias porque presté presentas en mi vida, en mi caminar, cuando más te necesité, para levantarme cuando estoy caído, para iluminar mi camino, para regresarme al camino recto cuando estoy perdido, gracias Señor.

Te pido perdón Señor por las veces que ignora al que me necesitaba, al pobre que necesitaba alimento, al triste que necesitaba consuelo, al solitario que necesitaba compañía, al cansado que necesitaba ayuda, perdón Señor.

Te pido señor que me des la valentía para enfrentarme al mundo que se opone a tu plan de salvación, te pido señor que me des las palabras para dar testimonio de lo que has hecho en mí, te pido Señor que me tienes del Espíritu Santo, para reconocerte cada día, cada instante, como mi Señor y mi Dios. Amén.

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿qué le quieres decir al Señor con tus propias palabras?

Contemplatio

Selecciona una frase que te ayude a interiorizar la Palabra de Dios:

«Ve a lavarte en la piscina de Siloé»

La repetimos varias veces durante el día para interiorizarla.
Quédate impresionado, fascinado, en silencio, en calma. Déjate animar por el ardor de la Palabra, como quien recibe el calor del sol.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?

Actio

¿A que me comprometo con Dios?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?
Hoy voy a estar atento a la voz de tu Palabra en los acontecimientos, en cada momento, en cada instante. Ver lo que quieres para mí y dar testimonio de lo que has hecho por mí. Reconocerte como mi Señor y mi Dios y adorarte.